Bertolt Brecht decía que no hay nada más teatral en un escenario, que un hombre atándose unos zapatos. El teatro, género modesto por antonomasia, se conforma con tan poco, que esta empresa, se pregunta si ese hombre erguido, mirando de frente al espectador y rascándose una oreja, no le resultaría a Bertolt Brecht ya demasiado cinematográfico.