sábado, 29 de mayo de 2010

HAZTEMA XXXII EL ASESINO FILÓLOGO


El asesino que había matado a la vieja usurera de un hachazo dejó escrito en un papel una nota en la que instaba a la policía de la brigada criminal del distrito de Tetuán, a leerse las obras completas de Dostoyevski, pues allí encontrarían pruebas fehacientes sobre los motivos y circustancias del crimen, así como pistas sobre la identidad del homicida. Al comisario Ángel Rebollo, responsable de la brigada criminal, no le hizo ni pizca de gracia aquella nota, pues él no se había terminado un libro en su vida, y cuando pusieron a su disposición todos los tochos que había escrito Fedor Mihailovich Dostoyevski se cagó en el asesino y en su afición a la literatura eslava. No obstante, él y varios de sus hombres, a regañadientes, se encerraron en la biblioteca para leer las diferentes novelas de Dostoyevski, desde Noches Blancas, Humillados y Ofendidos, Crimen y Castigo, El Idiota, Demonios, hasta los Hermanos Karamazov, en las que invirtieron tres largos y fecundos meses. El caso es que le fueron cogiendo tanto la afición a la lectura, que se acabaron olvidando del crimen real, y apasionando por los crímenes ficticios y sustituyeron sus pesquisas por amenos libro-forum en donde comentaban los episodios y vicisitudes de los personajes que más les impresionaban: lo retorcido que era Raskolnikov, lo maja que era Sonienka, la pena que daba el príncipe Miskhin, lo repulsivo que resultaba Svidrigailov y lo simpático y buena persona que era Aliosha y el miedo que inspiraba El gran inquisidor. Al final dos de los jóvenes policías, decidieron hacer filología eslava, sin saber que el asesino les esperaba en una cátedra para enseñarles a sacar más jugo a las novelas del genio ruso.

domingo, 23 de mayo de 2010

HAZTEMA XXXI LA ROSA Y LA MIERDA



Los críticos y los autores de manuales literarios suelen aducir para ahorrarse juicios e impresiones sólidas y enjundiosas sobre las obras actuales, la falta de perspectiva. Sin embargo esta empresa tiene claro, hasta el momento, que la mierda y las rosas huelen más fuerte y mejor, cuando más cerca se las tiene.

HAZTEMA XXX LA COGIDA




Se le atribuye al hoy casi desconocido pero entonces famoso actor Isidoro Maiquez a pesar de contar con una calle en un barrio de postín, la siguiente y sabrosa anécdota:
Un día que el célebre actor fue a los toros le recriminó varias veces a un famoso torero de la época que no se acercara lo suficiente a la hora de la faena. Harto ya el torero, se volvió y se revolvió, echó una varahada de vaho por las narices y le dio una lección histórica de CATARSIS CASTIZA al decirle con acres palabras:
-Señó Maiques, que aquí, no es como en el teatro, que luego uno se levanta, se sacude el porvo de las rodillas y ya ertá…. que aquí en la plasa, uno se muere de verdá y pa siempre.
Esta profunda falta de discernimiento que tienen algunos actores entre la realidad y la ficción resulta, cuanto menos, preocupante. Por eso algunos actores cuando salen a la calle todavía conservan en los ojos: el brillo vidrioso de los aplausos y los oídos congestionados de ovaciones como si la vanidad fuera una gran bufanda de colores que les estrangulara el cuello.

martes, 18 de mayo de 2010

Haztema XXIX LOS COJONES AGONIZANTES



Parece que ya los géneros tradicionales han muerto desde hace tiempo, que la poesía ha sido sustituida por la canción melódica moderna, la novela por el cine, la épica por el futbol y por las carreras ciclistas o de coches de carrera, las fábulas por las películas de Walt Disney, el ensayo por la opinión ligera de la columna periodística, y el teatro, ese género, cuya especificidad es estar siempre en crisis con mayúsculas, no se sabe muy bien si ha sido sustituido por algo.
Resulta como género tan rancio y tan apolillado, que probablemente como un gran brontosaurio va a estar siempre en trance de dar las últimas boqueadas y no va a haber Dios que lo haga morir.¡¡¡ Ole, ole y ole.!!! Por sus dos inmensos cojones agonizantes (en el doble sentido unamuniano de la palabra) sobre el cual el teatro se sienta y se asienta como los amigos de la foto. (tengo el móvil de cada uno de ellos, por si alguien quiere invitarles a una horcharta veraniega.).

sábado, 15 de mayo de 2010

DIARIO DE UNA INMINENTE VÍCTIMA DE LOS CUARENTA

Apenas quedan tres meses para engrosar la lista de las cuarentonas. Cuarenteñas dicen algunas mientras se aferran a la falsa ilusión de que nada va a pasar. Y sí va a pasar: por lo pronto, adiós a la aspiración juvenil de ser una “enfant terrible”. Ando haciéndome a la idea de acabar mis días como una “abuela terrible”, una “máquina abuela soltera”, sin hijos y sin nietos… Menos mal que me quedan los perros. Seré una abuela canina con, quizá, algo de mala leche, y moño blanco, muy prieto. Nicole Kidman dice que ella de operaciones, nada; que a ella su cola de caballo le basta para domeñar sus arrugas. La voy a creer. Necesito creerla.
A través de este diario analizaré las señales y los indicios, la piel flácida –aguada, dicen aquí- frente al espejo; y, sobre todo, las triquiñuelas que invento para soñar que aún puedo ser una joven promesa de las letras. Javier Marías, con sus magníficas “Vidas escritas”, contribuyó a mi obsesión. Al autor, me parece, le preocupa la edad: y cuántos años tenía él o aquél, Stevenson o Nabokov, el evidente Rimbaud o Henri James, cuando escribió esto o aquello. Me saltan todas las alarmas: treinta y nueve años y nueve meses ya es una edad tardía. En este momento, fabrico mis subterfugios: “Sí, claro, pero en el siglo XIX o a principios del XX, la esperanza de vida no era la de nuestros días. Cuarenta años de entonces son casi sesenta de ahora”. Así creo quedarme más tranquila. Me engaño.
Somerset Maugham en “Diez grandes novelas y sus autores” vuelve a la carga desde otra perspectiva. Para él, según colijo tras la lectura de su ameno volumen, más que la obsesión hispana por el tiempo que se escapa (“Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir” dixit Jorge Manrique), le inquieta la capacidad adquisitiva –o las deudas galopantes- de los autores: la fama versus el capital. Nuevo lamento: ¿por qué me tocó llegar a los cuarenta en tiempos de crisis económica y ruina cultural? ¿Por qué la crisis lo envuelve todo? Desde los ochenta me retumba un golpe bajo: “Malos tiempos para la lírica”. Pero entonces, yo era joven.
Ayer, por vez primera, me teñí alguna cana.

lunes, 10 de mayo de 2010

HAZTEMA XVIII DESDE QUE LOS DRAMATURGOS RENUNCIARON A SER POETAS



Desde que los dramaturgos renunciaron a ser poetas han convertido el teatro en la pariente pobre o cenicienta de la literatura. ¿Dónde quedaron esos tropos engastados en los versos de Gil Vicente, Lope, Calderón, Shakespeare, Schiller, García de la Huerta, Zorrilla, o el mismísimo Lorca? Ahora solo se escriben obras chatas, planas, algebraicas, vagamente alegóricas, vagamente simbólicas, vagamente argumentales, vagamente interesantes, vagamente minimalistas, sin chicha ni limoná y sin que un actor diga una palabra más alta que la otra. La vaguedad y el enigma insulso dominan la dramaturgia de los tiempos que corren, porque a los dramaturgos de hoy les gusta enturbiar el charco para que parezca más profundo-vomitaba llenándose la boca de estas insensateces el bueno de Pedro Contreras en su taller del municipio de Arganzuela. Para compensar esa planicie mesetaria y ese streap-tease patético al despojarse el teatro de todos sus ornatos… que le ha llevado a quedarse en los huesos mondos y lirondos...y a mostrar un pellejo seco y enteco..... les propongo un ejercicio dramatúrgico, que si no servirá para mucho, al menos para exhumar ese poeta perezoso que todo dramaturgo lleva o debiera llevar dentro.
Pues miren resulta que tenemos a estos dos personajes, Juanito Ramirez y Vanesa Ramirez, les doy los nombres y apellidos, para que se metan ya en situación...y no les bauticen con marcas de automoviles o lavadoras.....y el caso es que Vanessa quiere pedirle a Juanito , su hermano, ocho millones de pesetas para comprarse la licencia del taxi, pues era informática como usted y se quedó en paro, (fijense que el asunto no invita a altos vuelos líricos y casi no da ni para un docudrama, pero un dramaturgo poeta saca lirismo hasta de una bisagra) y en fin... lo que quiero es que Juanito hable en verso octosilábico, pero que se nos antoje el personaje prosaico y ordinario y torvo, y muy apegado a su dinero, y que Vanesa hable en prosa llana, pedestre y castiza, pero que nos resulte elegante, esbelta, tenue, voluptuosa y ante todo poética. ¿Me siguen por donde quiero que vayan?
-No mucho- comentaron tres de sus alumnos al mismo tiempo.
-No importa... pues ese poeta que los dramaturgos debieran llevar dentro está enterrado y bien enterrado, desde hace tiempo... Así que sigan escribiendo en prosa de folleto sindicalista.

domingo, 2 de mayo de 2010

SEGOVIA REFLEJADA EN UNAS GAFAS DE SOL