sábado, 24 de abril de 2010

HAZTEMA XVII LA ERA DE LOS TEATREROS


El dramaturgo, que en paz descanse, hace ya tiempo que ha sido reemplazado por esa figura tan difusa que es el teatrero, hombre o mujer polivalente donde los haya, normalmente un actor mediocre, que se encarga de escribir el texto a partir de sus vivencias y aspiraciones teatrales fustradas, encarnar esquizofrenicamente casi todos los personajes de rabiosa actualidad, poner los focos, y buscar los cuatro trastos de su función y mandar un correo entusiasta todos sus amigos teatreros y parientes no tan teatreros para que vayan a ver su montaje en una sala alternativa en donde no se puede bailar ni la jota, porque te llevas un foco por delante y el respaldo de la silla, para más inri, se te clava en el occipucio. Normalmente son textos pretenciosos con suaves licencias a la progresía, salpicados de chistecillos gruesos, situaciones metatreatales anodinas donde las haya, conflictos de parejas de hecho o de deshecho, y reflexiones sicalípticas de alto calado, que producen vergüenza ajena a la madre y a la abuela y a toda su familia y allegados de su creador.
Es verdad que a lo largo de la historia ha habido ejemplos eminentes de autores volcados en la práctica escénica, desde Shaskeapeare a Dario Fo, desde Moliere a Brecht, desde Lope de Rueda a Els Joglars...... aunque han sido mayor el número de dramaturgos que se han movido extramuros de las escena, y cuyo mayor vínculo era enamorarse platónica e improductivamente de una actriz....”
.....todo esto se lo leía Pedro Contreras en un periódico ultraconservador.. nada afin a su bagaje ideológico... y se lamentaba de encontrar ahí un articulista fino y punzante, en ese periódico tan facha, que le leyera el pensamiento... Y durante cinco minutos, pensó, si su sentirse de izquierdas hacía aguas de pronto.

viernes, 23 de abril de 2010

HAZTEMA XVI LA FASTIDIOSA LECTURA DE EL QUIJOTE


La lectura ininterrumpida del Quijote por varias voces monocordes a lo largo de un día y medio se ha convertido en un ritual enfadoso que recuerda peligrosamente a la salmodia de los lectores del Corán o a las misas en latín de antes del Concilio Vaticano II... Al final tan solo se oye un runrún adormecedor... y la gracia y la chispa de la obra queda disuelta en la monotonía letárgica de las voces. Esta empresa propone que se haga esa lectura ininterrumpida de forma mental, (saltándose las novelas intercaladas a poder ser) y que los lectores la lean uno detrás de otro, en silencio, y sin mover los labios. Sería la única forma de salvarle al Quijote de ese ritual insustancial y que lo convierte en un envoltorio de ruido, inanidad y vacío.

sábado, 10 de abril de 2010

NO TE VAYAS.



(Un balancín. A, un hombre gordo, de más de ciento cincuenta kilos, mantiene en el aire a B, un transexual muy delgado, vestido de reina del desierto. En el suelo, bajo el asiento de B, elevado un metro y medio, se extiende una cama de faquir, con sus cientos de púas esperando la caída abrupta de los pies descalzos de B).

A: (Muy teatral) Erika, reina, ya me marcho.
B: (Suplicante, pero igualmente teatral) No te vayas.
A: No me decías eso anoche.
B: Anoche no era yo.
A: El faquir afiló las púas de su cama sólo para ti.
B: Sabes que la sangre me marea.
A: Al caer, algunos se desangran.
B: Oh, Dios mío… ¿Y tú qué ganas?
A: Erika, reina, ganas tú: tu foto en los periódicos. Una víctima más.
B: El rojo no me favorece. Y menos esos agujeritos como topos uniformados. Ésos me sientan fatal. ¿Por qué me haces esto?
A: Me humillaste.
B: Pero me pagaste para eso. ¿No recuerdas?
A: Sí, te pagué para que me humillaras, pero no mediste bien las consecuencias de tus actos.
B: Ya no quiero tu dinero.
A: Qué bueno, mi conciencia queda tranquila. Te di un cheque sin fondos.
(hace ademán de levantarse. El balancín se queda muy cerca de las púas. B, sube las piernas, y grita. Está ridículo. A vuelve a colocar sus enormes posaderas en el asiento y B regresa a los aires).
B: Eres… eres un perro con sarna.
A: ¡Qué barbaridad! Así no hablan las princesas.
B: Siempre me toca a mí hacer de princesa.
A: Es que yo nací más para sultán.
B: (desde las alturas, cambia el tono de voz, a uno menos teatral). ¿No te llega ya el olor?
A: (se concentra en el olfato). Sí, creo que ya… Ya es la hora.
B: Entonces, ¿se acabó el juego?
A: Es que hay estofado. Mamá me lo prometió.
B: Hermano, ¿tú no crees que estamos muy grandes para todo esto?
A: A mamá no le importa.
B: Pero ya somos adultos. Mira tu panza…
A: ¿Tú has trabajado alguna vez? No, ¿verdad?. Yo tampoco. Somos como niños…
B: No te vayas, por favor. Aguanta un poco. Sigamos jugando, que se está poniendo buena la historia.
A: Pero… ¡Estofado!

(A se levanta. B se precipita sobre la cama del faquir, que resulta ser un simulacro de púas de plástico. Se levanta, se sacude, y busca con la mirada sus zapatos de plataforma y lentejuela. Corre hacia su hermano, que avanza hacia el fondo derecho de la escena).

B: Oye, mañana tú eres la madame y yo un rudo marinero…

martes, 6 de abril de 2010

HAZTEMA XV ESTEREOTIPOS CINEMATOGRÁFICOS


La diferencia mayor entre los personajes cinematográficos o televisivos y los teatrales, leía Pedro Contreras en una entrevista a un director de teatro más sabio que famoso... es que en aquellos cuajan los estereotipos sociales, para propiciar la identificación del espectador, y así abundan las putas de buen corazón que acaban yendo a la Ópera, los psicópatas sibaritas expertos en champán francés, los bellos ejecutivos ilustrados y dinámicos amantes de Verdi, los adolescentes neurástenicos por mal de amores que dan lecciones a sus padres de madurez y conservadurismo, las viejas marchosas y optimistas (aunque tengan cáncer de hígado), los niños sensibles y agudos e insolentes hasta la náusea y los homosexuales sensibles, ordenados, afables, y comunicativos y con buen gusto para que les combine el jarrón con los calzoncillos... mientras que en el teatro, los personajes tienen un alma más turbia, pues lo que a veces se busca no es la identificación, sino el extrañamiento y por eso en general nos resultan más feos, más toscos, más crueles, menos fotogénicos, en definitiva, más dejados de la mano de Dios, con el alma amputada y con un atasco de mierda lúcida en la cabeza de tres mil demonios... y son así...como más desganados y sin norte vital... que los del cine o los de la tele tan envueltos en celofán y tan activos ellos.
Feto-olé