LA CINTA BLANCA de Mikael Haneke
Haneke es un director frío, seco; no deja lugar para la esperanza.
Su mundo es cruel y despiadado; no hay salida.
El miedo construye a sus personajes, los aisla, los convierte en marionetas de su pasado.
En la iglesia, en la plaza, en el colegio, educación, respeto, buenas maneras.
En el interior de las casas no hay amor, ni ternura, ni generosidad...
En el interior de las casas no hay amor, ni ternura, ni generosidad...
Mentiras sobre mentiras... ¿No es lo que hacemos todos? Mentimos a los demás y nos mentimos. Inventamos excusas para no afrontar con valentía lo que debemos hacer. Ocultamos lo que sentimos y no decimos lo que pensamos hasta que es demasiado tarde... Vivimos en el reino de los malentendidos...
A veces lo podrido sale a la luz. La violencia estalla. El miedo se refleja en la cara desfigurada de un niño torturado...
Sí, hay una pareja de enamorados también; ¡son tan ingenuos! La ternura nos abre una puerta; es como una flor en el lodazal. El arado no puede cortarla; ni siquiera el miedo puede corromperla...
El miedo.
Voy a decir lo que deberían decir los personajes de Haneke si tuvieran el valor de decirlo. Voy a gritarlo:
"¡¡¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE TENER MIEDO!!!
Feto-Garci
No basta con decir Estoy hasta los cojones de tener miedo. Hay que torcerle el cuello al miedo hasta que sus goznes chirríen, hasta que alguno de sus resortes íntimos estallen y se quiebren, se troncen. Y luego..., bueno luego no queda más remedio que esperar acurrucado en algún rincón, titiritando.
ResponderEliminarBuena reseña.
FETO IDO.
Buen comentario, FetoIdo.
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