jueves, 21 de enero de 2010

CONTRA NATURA


Llegó hace siete meses, por primavera.
Desde el primer día, me dejó la piel marcada. No detiene su marcha; su tacto me repugna. Huele a flor de almendro y a carne fresca. Extiende sus garras como diciéndome: no hay excusa, de nuevo serás mía.
Mía, mía…
Y lo sé: no hay escapatoria. Desabrocho, botón a botón, mi blusa. Sudo y callo. Desnuda espero su ataque mordisqueando una manzana, la última que quedaba en la alacena. La mañana se impregna de un aroma ambiguo: «Será la manzana», prefiero pensar.
Ya, ya…
También pienso: al amor, como a la guerra, se va de frente. Asumo mi derrota mientras él se adhiere a mi cuerpo. Ya nada le importa porque ha logrado lo suyo: succiona y goza. De a poco, él va acabando conmigo, como un molusco implacable y fiero. Escupo las semillas de manzana que aún quedaban en mi boca, las que apretaba para no gritar. Y al fin se despejan todas mis dudas: quiero morir por haber dado vida a esta bestia.
Ma má ma má...


Feto-Adela




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