Jaime Gil de Biedma comparaba la poesía con el vicio solitario. La empresa, bastante alarmada, se da de golpes en el pecho y se sube por las paredes como el toro de la reyerta lorquiano, pensando, que en esta época de exaltación desenfadada y alegre de la pornografía dura, asequible y omnipresente y del amor propio, los poetas potenciales pueden ser legión... y se pueden multiplicar como en el pavoroso cuento de las escobas, que a esta empresa tanto le inquietaba de niño. Al final habrá que darle la razón a Quevedo que decía que no hay mejor manceba que la muñeca de uno.
viernes, 5 de noviembre de 2010
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