MIS PADRES Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE VANCOUVER
Mi padre en estos momentos está en el hospital en Reanimación.
Su cuerpo débil, frágil, respira con dificultad, se mueve de un lado a otro, intenta agarrarse a la vida.
Es como un niño recién nacido en una incubadora; cuando le coges de la mano y le acaricias, sientes su fragilidad. Ya no soy su hijo; soy su padre.
No puede hablar, no puede escucharme...
Tiene gracia. Mis padres se conocieron en un hospital. Mis abuelas coincidieron en la misma habitación recién operadas. Allí comenzó su historia de amor... o de desamor. Nunca me quedó muy claro.
Nada más casarse se fueron a los Alpes, a Suiza y a Italia. A trabajar y conseguir el dinero suficiente para comprarse un piso en Móstoles y tenernos a nosotros...
Recuerdo una foto de entonces. Mi padre lleva unos esquíes.
Es una foto extraña porque mi padre nunca fue un deportista; pronto le diagnosticaron una dolencia de espalda que le dejó fuera de juego, que le obligó a dejar de trabajar.
Me viene a la memoria esa imagen. Nunca le hubiera imaginado a él, un enfermo crónico, con unos esquíes...
A mi madre le gustaba patinar cuando era joven. Lo dejó. Un día me enseñó sus patines. No sé si los habrá guardado.
El patinaje artístico siempre me ha atraído. Son bailarines. Hacen del deporte un arte.
Si mi padre sale de ésta, tal vez le pregunte después del "¿Estás mejor o qué tal estás?" un "¿te gustaba llevar esquíes?"
Pensará seguramente que él está en un hospital, pero que yo debería estar en un manicomio. Tal vez tenga razón.
¡Ah, se me olvidaba! La próxima semana empiezan los juegos olímpicos de invierno en Vancouver.
Sólo veré esquí y patinaje artístico.
Ya saben porqué...
Feto-Guardiola
miércoles, 3 de febrero de 2010
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