viernes, 10 de diciembre de 2010

HAZTEMA. REQUILORIOS GRAMATICALES O LA INUTILIDAD DEL CONOCIMIENTO




Luis Landero arremete en sus artículos, con su sabiduría algo escéptica de antiguo profesor de secundaria, contra los nuevos planes de estudio en donde se enseña mucha lengua, muchos requilorios gramaticales, dice literalmente, y cada vez menos literatura, como si esta se hubiera convertido en la cenicienta del sistema o mejor dicho en la Cantante Calva de Ionesco, que como saben los que la han leído, nunca aparece.
Y encima todos estos conceptos y artilugios gramaticales no sirven para comprender las bellezas y los epítetos tan bien puestos de las églogas de Garcilaso, la inefabilidad mística de San Juan, las metáforas audaces de Lorca, el humor iconoclasta de Valle-Inclán o las sutilezas narrativas del Quijote. Los alumnos aprenden a reconocer los suplementos y los complementos en una oración, con la misma inercia mecánica que reconocen los rosetones o los pináculos en una filmina de una catedral, o a despejar la incógnita en las ecuaciones de segundo grado o a completar un silogismo... pero luego cualquier novela del XIX por entretenida y amena que sea se les cae de las manos por su propio peso.
Y tiene razón Luis Landero en reconocer que el maldito y escurridizo suplemento no sirve para nada en esta vida, solo para darse el gustazo de reconocerlo, y reconocer que uno lo reconoce por las buenas, a golpe de luminosa intuición, como a otros se les aparece la virgen.... En fin que uno no va a ser más feliz ni va a entender mejor el lenguaje de los políticos, plagado de suplementos, por otro lado .
A veces los medios y procedimientos académicos se convierten en un triste fin en sí mismo como una pescadilla que se muerde la cola o como un contorsionista de circo, que pudiera sorber su propio orto durante horas.
¡¡Cuanta obscenidad infundada, madre mía, que no inutilidad vacua, se encierran en los programas académicos!!

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