lunes, 14 de diciembre de 2009

BOLAÑO'S EMULATIO (I)


Estoy leyendo a Roberto Bolaño –también he visto a medias un documental en Youtube en el que aparece hablando con un periodista chileno, en el que su voz reverbera fantasmal, cortado en seis capítulos de los cuales sólo he acertado a ver dos y medio, y ese medio apenas del todo, sino dos o dos minutos y diez o quince segundoss de voces latinas, tan equiparables para el oído injusto y colonial de los españoles, tan diferentes realmente entre sí–, leyendo digo su novela, y de pronto leo un pasaje en el que Espinoza y Pelletier, dos de los protagonistas de la primera parte, le dan una soberbia paliza a un taxista pakistaní que trabaja en Londres o London o Londinium, según el idioma o el momento histórico o las preferencias del lector.
Y al leerlo, al sentir en mi piel el hilván gozoso de la narración –casi nazi, casi exagerada, total y políticamente incorrecta– me ha dado por imaginarme a mí en una de esas situaciones con desconocidos o conocidos a medias, que al fin y al cabo suelen ser casi todos los que venimos a conocer a lo largo de nuestras largas y occidentales vidas, una situación en la que vivo fuera de mi país, que por el momento es España, y en ese otro –o esotro– país en el que resido o vivo me da por matar a una persona.
El hecho no es intrascendente, sino más bien crucial.
No se mata a alguien en la imaginación por gusto, o por capricho, o por mero aburrimiento. Se mata a alguien porque se tiene la necesidad imperativa de hacerlo, y si se hace, o más bien si alguien como yo hace algo, lo hace a conciencia.

(CONTINUARÁ...)

EL FETO MALAYO

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