jueves, 1 de julio de 2010

TALLER LITERARIO IV POÉTICA DE LA ALCACHOFA




En su taller literario “El papel en blanco” impartido por Pedro Contreras en su municipio de Arganzuela, el primer día les planteó a su media docena de alumnos, una empleada de Halcón Viajes, dos viudas de guerra, un informático en paro, un opositor a notarías, y un maestro de primaria, la siguiente cuestión peliaguda y capciosa, que ha atormentado a varias generaciones de literatos.
-¿Todas las palabras tienen valor poético? O lo que es lo mismo, queridos aprendices de literatos, ¿podíamos incluir la palabra alcachofa en un soneto, sin que este se resintiera ipsofacto en su lirismo y se rebajaran sus kilates líricos en un pis pas?
Un silencio de estupor, y un murallón de cejas cecijuntas se extendió ante sus ojos, hasta que una de las viudas, dejó caer.
-¿Y por qué no? Si se mete con su no se qué, su cosa artística, y su sentido de la oportunidad, todas las palabras habidas y por haber podrían resultar poéticas.
-Muy bien, señora. Dispone usted de cinco minutos para escribirme ese soneto sentido a la alcachofa con sus endecasílabos y sus consonantes.
-¿Pero, la alcachofa de la ducha o la de la verdulería?
-La que más rabia le dé.
-Sepa usted que ni Neruda llegó tan lejos. A ver si así se da cuenta, de que en la vida, hay palabras que nacen con su aura aristocrática como alisio, rosa, cisne, sable y amapola o verdor y otras llevan de por vida su tufillo barriobajero como alcachofa, enchufe, chicle, alcayata, calzoncillos y paquete de medidas, aunque en el próximo taller les prometo que les explico mi particular poética de la alcachofa y de los poetas huertanos, que le sacan su brillo poético hasta a una bisagra o a una colilla.

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