En su taller literario “El papel en blanco” impartido por Pedro Contreras en su municipio de Arganzuela, el primer día les planteó a su media docena de alumnos, una empleada de Halcón Viajes, dos viudas de guerra, un informático en paro, un opositor a notarías, y un maestro de primaria, la siguiente cuestión peliaguda y capciosa, que ha atormentado a varias generaciones de literatos.
-¿Todas las palabras tienen valor poético? O lo que es lo mismo, queridos aprendices de literatos, ¿podíamos incluir la palabra alcachofa en un soneto, sin que este se resintiera ipsofacto en su lirismo y se rebajaran sus kilates líricos en un pis pas?
Un silencio de estupor, y un murallón de cejas cecijuntas se extendió ante sus ojos, hasta que una de las viudas, dejó caer.
-¿Y por qué no? Si se mete con su no se qué, su cosa artística, y su sentido de la oportunidad, todas las palabras habidas y por haber podrían resultar poéticas.
-Muy bien, señora. Dispone usted de cinco minutos para escribirme ese soneto sentido a la alcachofa con sus endecasílabos y sus consonantes.
-¿Pero, la alcachofa de la ducha o la de la verdulería?
-La que más rabia le dé.
-Sepa usted que ni Neruda llegó tan lejos. A ver si así se da cuenta, de que en la vida, hay palabras que nacen con su aura aristocrática como alisio, rosa, cisne, sable y amapola o verdor y otras llevan de por vida su tufillo barriobajero como alcachofa, enchufe, chicle, alcayata, calzoncillos y paquete de medidas, aunque en el próximo taller les prometo que les explico mi particular poética de la alcachofa y de los poetas huertanos, que le sacan su brillo poético hasta a una bisagra o a una colilla.
-¿Todas las palabras tienen valor poético? O lo que es lo mismo, queridos aprendices de literatos, ¿podíamos incluir la palabra alcachofa en un soneto, sin que este se resintiera ipsofacto en su lirismo y se rebajaran sus kilates líricos en un pis pas?
Un silencio de estupor, y un murallón de cejas cecijuntas se extendió ante sus ojos, hasta que una de las viudas, dejó caer.
-¿Y por qué no? Si se mete con su no se qué, su cosa artística, y su sentido de la oportunidad, todas las palabras habidas y por haber podrían resultar poéticas.
-Muy bien, señora. Dispone usted de cinco minutos para escribirme ese soneto sentido a la alcachofa con sus endecasílabos y sus consonantes.
-¿Pero, la alcachofa de la ducha o la de la verdulería?
-La que más rabia le dé.
-Sepa usted que ni Neruda llegó tan lejos. A ver si así se da cuenta, de que en la vida, hay palabras que nacen con su aura aristocrática como alisio, rosa, cisne, sable y amapola o verdor y otras llevan de por vida su tufillo barriobajero como alcachofa, enchufe, chicle, alcayata, calzoncillos y paquete de medidas, aunque en el próximo taller les prometo que les explico mi particular poética de la alcachofa y de los poetas huertanos, que le sacan su brillo poético hasta a una bisagra o a una colilla.
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