sábado, 21 de noviembre de 2009

FETOPERVERSIONES(IV): EL CONFESIONARIO


Un rayo de sol atravesó la vidriera forjando en sus gafas un iris multicolor. Había entrado en la catedral impelido por un acto de fe, el mismo, tal vez, que le había obligado a forzar un portal, manipular la puerta de entrada e introducirse en una vivienda ajena, extraña, y sin embargo idéntica a otras tantas en las que había pasado la noche. Le gustaba captar el olor de presencias fugaces, abrir el frigorífico y hacerse una idea de los hábitos alimenticios de sus propietarios. No era más que un juego en el que pronosticaba cuántos eran sus habitantes, las relaciones que los unía y, en último término, el grado de amor que reinaba en la vivienda. No solía equivocarse, sabía que el suyo era un juego infalible porque nunca nadie le daba una respuesta contraria, distinta a la que él se había ideado. Cuando lo veía suficientemente claro, extraía de su mochila de nylon un pijama gris y, después de vestírselo, se metía en una de las camas, ansioso de saber qué se sentía durmiendo en el sueño de otro.

Pensó que quizás se había precipitado, que la luz del día podría abortar sus pretensiones y dudó. Vio un grupo numeroso de personas sentadas en silencio mirando hacia la misma dirección y dudó. En un primer momento decidió dar marcha atrás y regresar por donde había entrado. Pero un poco más tarde convirtió sus dudas en reto y resolvió analizar el terreno que estaba colonizando. Lo vio a lo lejos, semioculto en uno de los laterales de la catedral, desamparado de la atención humana. No le costó mucho trabajo manipular la cerradura. El espacio era minúsculo aunque suficiente. Olía a la desfachatez del incienso y a la frialdad del abandono. Extrajo su pijama gris de la mochila y se lo vistió. El camastro no era tan cómodo como en otras ocasiones pero lo juzgó justo.
Se durmió enseguida.

FETO-IDO


2 comentarios:

  1. Esto de sentir lo que le pasa a un cura en un confesionario es algo muy, pero que muy morboso y pervertidillo...

    FETO MALAYO

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  2. El GAMBA, Grupo Asociación de microrrelatistas del barrio de Arganzuela, considera, indignado, que a su relato le sobran unas cuantas líneas, ya que nos ha llevado cuatro días leerlo completo y todavía no entendemos, por qué habiendo albergues que te dan una cama cómoda y una sopa caliente aquel hombre se guareció en un austero e incómodo confesionario, y en qué postura se durmió, que presuminos fue la fetal clásica... y si se cenó un cirio o el ramo de lirios de una Virgen . Además el personaje es muy solitario ¿no le haría falta un escudero y un antagonista que le pudiera robar su pijama???

    Feto-olé

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