miércoles, 4 de noviembre de 2009

SOY UN PROFESOR DE SECUNDARIA (III)

MARTES 3 DE NOVIEMBRE:

Cuatro clases; hoy estaban más habladores. Ni la mitad han traído los ejercicios de casa.
Eso sí, siguen siendo majos.
Dedico un poquito de tiempo a los cursos; otro poquito a los temas de la oposición.


MIÉRCOLES 4 DE NOVIEMBRE:

Me he levantado de mal humor. Me preparo para un día jodido.

Charla de tutores con los de Orientación.
Hoy parecía un melodrama de Douglas Sirk: madres que echan a sus hijas de casa, hijas deprimidas, enfermos imaginarios, enfermos de verdad, divorcios, alumnas que no encajan en el grupo y son apartadas... Empiezo a pensar que no estoy en un centro educativo sino en un psiquiátrico.
Un chico está en el hospital. Recibió un balonazo. Tenía una hemorragia interna, pero no se quejó, aguantó como un jabato; tenía un examen de francés a última hora. Cuando terminó el examen y volvió a casa el dolor era tan insoportable que le llevaron al hospital. Eso sí, ¡¡sacó un nueve!!
Unos se pasan y otros no llegan... Sí, empiezo a pensar que estamos en un manicomio.

Entro en la clase de lengua con mala leche. Los alumnos intuyen cuando estamos de mala leche; lo huelen...
Un alumno que ha vuelto a perder el estuche. Por supuesto, no ha hecho los ejercicios que le mandé. Me sale la vena sádica; soy durísimo. Parezco Júpiter Tonante.
Le dejo callado.
Al minuto intento ser más conciliador con él. Mi rostro se transforma... Saco de mi repertorio la ternura y la dulzura; tengo recursos. Otra alumna se aprovecha y cree que puede hablar sin permiso con una compañera que está al otro lado de la clase...
Vuelvo a ser sádico; "la próxima vez te envío al aula de castigo; ¿te ha quedado claro?". "Sí, está claro". Se queda callada. Acostumbrado al año pasado al Machado y a los salvajes de Camarma, que te escuchen y te hagan caso sólo con un grito y una amenaza no deja de sorprenderme.
Soy un dictador y un actor de segunda categoría; me preocupa...


Cuando salgo de la clase, un chico empieza a hacerme en el pasillo gestos raros con las manos y los pies. ¿Tendrá el baile de San Vito o estará intentando ligar conmigo?
Como está más atento a mí que a lo que le rodea, se da una hostia con la pared. Risas de sus compañeros; nada grave.
Así lo tiene jodido si quiere invitarme a cenar...

Enseño un examen a una chica. No está de acuerdo con la nota. Protesta. ¿Será una rebelde?
No, simplemente no ha estudiado. Se pone farruca. Yo me pongo más farruco. "Tengo derecho a que me revisen el examen". "Vale, subes luego a mi departamento". Por supuesto, no sube.
La clase se ha quedado callada; debo haberme puesto muy serio. Silencio sepulcral mientras explico; silencio mientras hacen los ejercicios. Cuando se marcha, me dan ganas de decirle: "si hubieras ido a por el 10 y no a por el cinco, no te hubieras llevado esta sorpresa". Me callo; mejor no echo más leña al fuego.

Clase de conducir. Las dos primeras del séptimo intento. Ya sabía yo que este día iba a acabar mal.
Me salto varios stops, entro en la rotonda como un kamikaze varias veces, casi atropello a una pareja de enamorados -a lo mejor, a propósito; el inconsciente es lo que tiene-...
Al final de la clase recuerdo el número de clases que llevo a mis espaldas...
"Anda, la clase 100. ¿Regaláis algo?"
El profesor me mira con una sonrisa de oreja a oreja...
"Sí, un viaje a Marina D´Or... pero hay una condición: tienes que aprobar..."
Joder, me he quedado sin viaje...

Feto-Garci

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