viernes, 25 de septiembre de 2009

FETOCUENTOS TRADICIONALES (1)


FETINIEVES Y LOS SIETE FETITOS

Según dice el cuento, Fetinieves era una niña muy linda, con su rostro pálido, ajeno a las neuras por los rayos uva y los bronceados de Torremolinos. Fetinieves era inocente (que es una forma de decir que era tonta), justo lo contrario que su madrastra que era malvada. Pero, ¿por qué era malvada? Es cierto que insultaba a sus súbditos, a los que consideraba retrasados y analfabetos (con bastante razón seguramente), pero sobre todo, no nos engañemos, porque era inteligente, y en nuestra cultura la inteligencia femenina se ha relacionado directamente con la maldad. A la madrastra le incordiaba sobremanera aquella niña que, sin ni siquiera saberlo (era tonta, ya lo he dicho) le había desafiado en un tema tan puntilloso como la belleza. La madrastra anticipaba ya el caos que se produciría al llegar a la adolescencia, cuando a Fetinieves le diera por ponerse minifalda y adoptara un estilo tan insufrible como el de Britney Spears. Fue entonces cuando decidió matarla. Y no nos llevemos las manos a la cabeza, porque en los cuentos se mata por bastante menos. Para no mancharse las manos de sangre, la madrastra encargó el trabajo sucio a un cazador. Como todos sabemos, el tipo no cumplió su cometido y abandonó a la niña en el bosque. Aparece aquí un pensamiento muy moderno, utilizado posteriormente por el feminismo barriobajero que se resume en la frase: ya te lo decía yo, no puedes confiar en ningún hombre… Por otro lado, para ser tan lista, la madrastra andaba un poco floja en anatomía, porque imagino yo que el corazón de un cervatillo y el de una niña no deben de ser tan parecidos. ¿O sí? Dios mío, la angustia que me está entrando pensando qué demonios comeremos en los restaurantes “económicos” de menú del día. Ahora llegamos a la parte más excitante del relato; Fetinieves llega a la casa de los enanos. ¿Quién no ha apreciado el contenido erótico de este paisaje en el que la virgen queda a merced de siete machos lujuriosos? ¿Qué tipo de sexualidad practicaban los enanos? ¿Aceptó ella voluntariamente las prácticas realizadas? ¿Fue un castigo por su falta de entusiasmo la condena a realizar las labores domésticas? Cuando la madrastra descubrió que Fetinieves vivía en el bosque, decidió recurrir a la magia para convertirse en una anciana asquerosa y engañó a la niña (que como he dicho no era muy lista), dándole a comer una manzana envenenada. Aquí tenemos a una nueva Eva, sucumbiendo a la tentación. ¿No había tenido suficiente Fetinieves con los enanos? ¿Era realmente insaciable? Para alegría de la madrastra, la niña cayó muerta. Los enanos, privados de su nuevo juguete erótico, persiguieron a la madrastra hasta que se despeñó por unas rocas, y metieron a Fetinieves en una caja de cristal. ¿Que por qué no la enterraron? Pues eso digo, yo… No sé, quizás querían probar alguna práctica necrófila que no llegó a producirse, porque en ese momento llegó el príncipe. El joven venía de la peluquería, y le dio un beso de amor, y bla, bla, bla. Los enanitos acabaron llorando porque la niña se fue con el príncipe, que era guapo y rico, y pasó de ellos olímpicamente, porque la verdad es que aunque no era lo que se dice espabilada, no se veía de esclava sexual y chacha para el resto de sus días. Y colorín colorado este fetocuento se ha acabado.
Ann Feta

4 comentarios:

  1. Interesante versión. Anti-Disney. Me gusta.

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  2. Aclaración de términos y prácicas antiguas y pecaminosas aludidas en el texto:

    El enanismo, como enseñan en sus magnos tratados los doctos sexólogos semitas, es la ipsación realizada por humanos de corta estatura que, tras enviudar sus cuñadas, se niegan a fecundar el útero de ésta en nombre y lugar de sus difuntos hermanos. Recurren estos pervertidos a la mecánica estimulación fricativa con los genitalia de sus cuñadas pero reservan su caudal germinativo y lo emiten extra portas, esto es, lo exojectan, imposibilitando así la ramificación genealógica de su fraterno patrimonio. Tal definición se extrae de la Sagrada Escritura (Onán o Enán).

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  3. Si no limitan el acceso a los doctores semiones como el anterior, este magnífico blog en el que escribe mi otra yo se llenará de comentarios que no se entienden muy bien, aunque tengan epictetos y apeperbatones de la Edad Media.

    Vane Sobrado

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  4. Estoy hasta el último pelo del moño de que usupuren mi personalidad y hablen en mi nombre, gente que no le caben los palabros en la boca. Seguro que es la Paula, que como no le crecen las tetas, no sale de casa, está mas aburría la tía que unas castañuelas mellás y se dedica a leer tochos, chaval, que no veas, qué tochos....

    Vanessa Sobrado, la auténtica.

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